domingo, 30 de marzo de 2014
tarde.
el acto de recordar
y que las estaciones mastiquen los restos
es el mecanismo interno
de lo diario.
perderte en esta ciudad
que nunca es tuya por un centímetro
y recibir las mismas miradas
en las mismas calles
que nunca son iguales.
contemplas las palmas de tus manos
donde reposaban los rostros
los días
los últimos gestos
y darte cuenta que rebosan de
habitaciones ajenas
silencios incómodos
ramas muertas
has adquirido un ritmo
fijo convexo punzante
para dejar atrás
semáforos puertas amantes
pero siempre chocas contra algún espejo
que alguien ha dejado en alguna esquina
colgado en alguna ventana
arropado en alguna cama
y todo se torna íntimo
como conocer el verdadero nombre de alguien
u observar dormir la tarde en el pelo de un niño
piensas en direcciones y son tus costillas el laberinto
el pulso que te enseña silencios y nidos
donde
esperar.
es allí donde en realidad vas.
Decide si eres
martillo página raíz
y aprende cuánta lluvia eres capaz de tragar.
Nunca es tarde para empezar desde el último final.
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2 comentarios:
Fiel descripción de todos esos mecanismos internos que a nadie le pueden ser ajenos. Y sin embargo, cuestan. Cuestan mucho.
rarepse
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