viernes, 28 de octubre de 2011

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Ella pudo coser la herida con los dientes.
Esperó un infinito para pisarlo con la mirada.
Lo quemó todo hasta los cimientos.


Yo hice, que no me daba cuenta.




[Inspirar como reclamo de aquello que brilla.
 Regalarnos espejos rotos.]




Ella cruzó un mar de cuchillos hasta mi boca.
Sabía esconder la arena y dejar sólo el agua.
Perdonó mi abismo todas las noches.


Yo hice, que no me daba cuenta.





sábado, 15 de octubre de 2011

Bus.



Voy en un autobús hacia alguna parte 
donde se supone que debo estar porque es lo adecuado.


Supongo que voy a trabajar, 
o he quedado con alguien que se supone es mi pareja 
o voy a ver a mi anciano y abandonado padre,
ahora mismo, no lo recuerdo bien.


Miro por la ventana y veo muchas caras,
todas miran en diferentes direcciones como si no tuvieran ojos
y me doy cuenta que, en realidad, dan mucho miedo.


A mi lado un niño va pegado a su madre,
me mira y vuelve la cabeza.
Conforme se baje en su parada, olvidará mi cara para siempre,
como hacen todos.


Nos movemos entre jaulas apiladas en montones muy altos.
No veo dónde terminan, pero sé que yo tengo una de ésas.
Yo tengo mi propia jaula.


Una vieja me mira con odio, supongo que es por ser más joven,
y dos chicas lo hacen con asco, supongo que es porque he posado mi mirada en ellas,
aunque ni siquiera las estaba viendo...


Es como si todos estuvieran enfermos de rabia.
Todos rabiosos.
Todos menos los perros  [que a ésos los vacunan]


Yo aún no me he contagiado de la epidemia 
de tener que ir mirando la pantalla del móvil permanentemente,
pero deseo que todos los teléfonos que hay en éste autobús
estallen amputándole las manos a sus dueños.
Supongo, que eso no es bueno.


Hoy no he visto el sol en todo el día.
De repente, me doy cuenta 
que no he levantado la vista al cielo, en todo el día.
Supongo, que eso es miserable.


Voy en un autobús, hacia algún lugar
donde no quiero estar y donde nada me llama.
Supongo, que terminaré bajándome en alguna parada,
caminando lento en alguna dirección, que ahora no recuerdo,


habiendo olvidado
que el abismo se limpia


                              lloviéndonos adentro.
                             
            

martes, 4 de octubre de 2011

tierra / océano

                                  [tierra]


la acera es un telar de mugre y rodillas
los mendigos hacen cola para conseguir una esquina
y las salas de espera rebosan de bocas y lamentos.


la tarde parece una manta que cubre la ciudad enferma
y muchos trazamos direcciones a pasos rápidos,
una maraña de no miradas y no presencias
donde se enredan los cordones y las mentiras


podría tomar cualquier otro camino
o andar más despacio 
o vomitar las tripas contra cualquier escaparate.


en vez de eso, me detengo en una plaza.
ya no puedo seguir caminando.


los edificios se curvan cansados 
llenos de gritos, golpes y basura.
la noche está oculta en alguna parte,
se percibe en el olor de las ventanas.


todos los bancos están ocupados,
así que me siento en el suelo
y contemplo todo partir,
todo alejarse de mi.










                                                                                                   [océano]




un barco varado
sin mar que cruzar
ahora que sé
que el mapa
que formaban
nuestros cuerpos
no llevaba

ninguna

parte